(cf. Is 53, 6). «Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y el Señor descargó sobre él la culpa de todos nosotros» (Is 53, 6). Jesús cae bajo el peso de la cruz. Sucederá tres veces durante el camino relativamente corto de la «vía dolorosa».
Cae por agotamiento. Tiene el cuerpo ensangrentado por la flagelación, la cabeza coronada de espinas Le faltan las fuerzas. Cae, pues, y la cruz lo aplasta con su peso contra la tierra.
Hay que volver a las palabras del profeta, que siglos antes ha previsto esta caída, casi como si la estuviera viendo con sus propios ojos: ante el Siervo del Señor, entierra bajo el peso de la cruz, manifiesta el verdadero motivo de la caída: «Dios cargó sobre él los pecados de todos nosotros». Han sido los pecados los que han aplastado contra la tierra al divino Condenado.
Han sido ellos los que determinan el peso de la cruz que él lleva a sus espaldas.
Han sido los pecados los que han ocasionado su caída. Cristo se levanta a duras penas para proseguir el camino. Los soldados que lo escoltan intentan instigarle con gritos y golpes. Tras un momento, el cortejo prosigue.
Jesús cae y se levanta. De este modo, el Redentor del mundo se dirige sin palabras a todos los que caen. Les exhorta a levantarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario